Gestión emocional siendo padres

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Al concientizarnos de nuestras emociones somos más eficientes para gestionarlas y ayudamos a nuestros hijos al mismo fin, para que sea un niño feliz y nosotros unos padres felices.

¿Gestionamos adecuadamente nuestras emociones?

Como adultos vamos aprendiendo con el tiempo a comportarnos adecuadamente en sociedad y gestionar nuestras emociones, mostrándonos de una manera u otra en un contexto determinado. Por ejemplo, en un contexto familiar podemos expresar eufóricamente nuestra alegría, mientras en un ambiente laboral aprendemos a controlar y demostrar la misma alegría sin tanta vehemencia.

Pues bien, las emociones no las podemos controlar ni decidir si sentirlas o no. No podemos evitar las respuestas fisiológicas que conllevan, como por ejemplo el incremento de flujo sanguíneo que hace que nos sonrojemos al experimentar ciertas emociones, o agudicemos la vista. Pero sí podemos gestionarlas, aprendiendo a manejarlas, anticipándonos a ellas, aprendiendo sobre las reacciones que conllevan y sobre todo siendo conscientes de lo que nos sucede en el preciso momento que sentimos alguna de ellas.

Hagamos juntos este experimento de imaginar nuestras emociones frente a estas situaciones:   

  • En un partido de fútbol, llega un hincha del equipo contrario y nos insulta.
  • Nos enteramos de que nuestro mejor amigo o nuestra mejor amiga espera bebé
  • Nos están dando la noticia que algún familiar cercano acaba de morir.

Podemos experimentar emociones muy diferentes y cada uno vivirlas de manera muy distinta. Podemos sentir ira, alegría, tristeza, podemos pasar de todo sin darle importancia alguna o estallar y “salirnos de nuestras casillas” en cualquiera de las tres situaciones.

Si logramos gestionar las emociones y aprender a reaccionar adecuadamente, tenemos un terreno ganado en nuestra salud emocional y nuestro desarrollo social.

¿Cómo reaccionamos como padres?

Al ser padres, nos convertimos en el ejemplo para nuestros hijos y lo que más temor nos produce en la crianza es justo ser ejemplares y que nuestros retoños encuentren en nuestro comportamiento lo que pretendemos que ellos adquieran para su vida.

Que vean en nosotros la forma en que reaccionamos, y cómo vivimos nuestras propias emociones, será el espejo que ellos usen para aprender a reaccionar y vivir sus emociones. Desde que nacen los bebés van grabando en su cerebro las conductas de sus padres y las anotan como adecuadas siempre. Por esto debemos vigilar que desde el principio les mostremos un buen ejemplo.

Otro aspecto fundamental es la coherencia junto con la consistencia. Dos conceptos básicos que complementan el buen ejemplo como padres.

¿Ayudamos a nuestros hijos a que aprendan cómo gestionar sus emociones?

Existen múltiples estudios sobre las emociones desde recién nacidos, en el que evidencian la necesidad de la madre, el padre o un adulto cuidador que les ayuda a regularse. Acompañarlos siempre en sus expresiones emocionales, es básicamente la regla.

Aprendemos a describir y nombrar las emociones, pero solo cuando nuestro lenguaje y desarrollo cognitivo ya lo permiten. Es decir que, a partir del segundo año de vida, más o menos, es cuando podemos empezar a expresar las emociones con palabras y poder gestionarlas con estrategias acordes a la edad y necesidad específica de cada niño.

Cuando nuestros hijos pierden el control de sus emociones, nosotros debemos mantener todo el control de las nuestras. Debemos ser conscientes en qué etapa del desarrollo de sus vidas se encuentran para poderlos ayudar y brindar las herramientas que necesitan para gestionarse emocionalmente.

Contener con abrazos funciona muy bien con la mayoría de los niños que se encuentran desbordados emocionalmente. Sin embargo, al igual que podemos ayudar a mermar la expresión emocional, también la podemos exacerbar. Las emociones son relativamente pasajeras y entre más pequeños son, más fugaces resultan.

Recordemos que las emociones no son buenas ni malas, si bien tendemos a pensar que la alegría es positiva y la ira negativa, lo que sentimos es adecuado y correcto, pues son reacciones subjetivas que dependen de cada experiencia y el sujeto. Debemos hacer énfasis en que es la expresión de estas la que puede ser adecuada o inadecuada.

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